¿Cómo vemos el mundo? Metáforas en la vida cotidiana.


Foto de Elijah Hiett
     La Emolectura se basa principalmente en lo que somos, cómo vemos el mundo en todas las etapas de nuestra vida, en definitiva, en cómo evoluciona nuestro cerebro y la manera en la que aprehendemos la realidad, por un lado, y en las relaciones que se establecen entre las personas involucradas en el aprendizaje.

   Por supuesto, en estas entradas solo ofrecemos unas pinceladas de cuáles son las claves de toda nuestra investigación; que se recoge en un libro de carácter divulgativo, del mismo título que este blog y que aparecerá durante este curso.

     Hoy quiero retomar la obra, ya clásica, de Lakoff y Johnson recomendada hace unos días en la página de lecturas. Estos autores me ayudaron a  afianzar mi concepción de la importancia del lenguaje en nuestra relación con el mundo. Las matemáticas, la física... nos abren los ojos al mundo natural y técnico, pero la comprensión de la importancia del lenguaje nos abre las puertas a cómo los seres humanos interpretamos la realidad, la percibimos y qué relación tenemos con la experiencia.

     En 2013 tuve el gusto de participar con una charla en un Seminario sobre Competencias básicas, donde pude demostrar la importancia que la competencia lingüística tiene en todo el proceso de aprendizaje general de un alumno. La competencia lingüística mirada desde la comprensión lectora, como primer paso,  que incluye el conocimiento y/o dominio de elementos léxicos, semánticos y sintácticos; la expresión, tanto oral como escrita, y la capacidad de traducción del lenguaje natural a otros o viceversa, son los ingredientes principales que pueden marcar la diferencia entre el éxito o el fracaso académico; sin obviar, por supuesto, otros factores como la motivación, que trataremos en otro momento.

     Dentro de los aspectos que afectan al lenguaje como tal, según Lakoff (linguista)  y Johnson (filósofo) 1995: 39:

    "Para la mayoría de la gente, la metáfora es un recurso de la imaginación poética [...] Nosotros hemos llegado a la conclusión de que la metáfora, por el contrario, impregna la vida cotidiana, no solamente el lenguaje, sino también el pensamiento y la acción. Nuestro sistema conceptual ordinario, en términos de cual pensamos y actuamos, es fundamentalmente de naturaleza metafórica".

     La metáfora no es, pues, algo que nos encontremos de forma esporádica en la Literatura, es una presencia constante en el lenguaje que utilizamos. Por ello, es vital comprender cómo funciona y utilizar ese conocimiento para comunicarnos de un modo más eficiente con nuestros alumnos. Somos guías, pero, fundamentalmente, somos comunicadores,  todos nosotros. Por ello, aquel que piense que la competencia lingüística es cosa de la clase de Lengua estará perdiendo la oportunidad de enseñar más y mejor a sus alumnos.

     La mayor parte del tiempo nuestro lenguaje es inconsciente, lo que decimos no requiere de un pensamiento o reflexión, porque el cerebro automatiza muchos procesos. Lo mismo ocurre en el cerebelo, por ejemplo, cuando hemos aprendido a tocar el piano, hacer malabares..., en realidad, hemos automatizado esos movimientos.

     Así, cuando un chaval nos dice: "súbeme la nota", "si me apruebas, me levantarás la moral y trabajaré más"; seguramente, no es consciente de que usa una metáfora de orientación (ARRIBA / ABAJO). Normalmente, "más" es arriba y "menos" es abajo. Por ejemplo: "este suspenso, me ha hundido". Además, nos señalan otros tipos de metáforas como  las oncológicas (ENTIDAD / SUBSTANCIA / CONTENEDOR) y las estructurales como "la discusión es una guerra".

     Las metáforas y la experiencia se funden en una relación amor-odio, de modo que la experiencia modela nuestro lenguaje y nuestro lenguaje comunica la experiencia. Cada vez que entramos en un aula, nuestro lenguaje nos sirve de herramienta de trabajo para explicar, pero, sobre todo, nos sirve para establecer relaciones con nuestros alumnos, como veíamos otro día con las distorsiones cognitivas, tan importantes como la transmisión de conocimientos.

     La próxima vez que un chaval nos diga que no entiende algo, no cometamos el error de explicarlo del mismo modo dos veces, o tres si sigue habiendo problemas, observemos nuestro lenguaje, seamos imaginativos y busquemos otras metáforas para conectar con el conocimiento lingüístico y experiencial de nuestros chicos.

  "Un matemático que no tenga también algo de poeta jamás será un completo matemático".

 

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