Los libros de Emolectura para Infantil y Primaria
NEUROCIENCIA
Es sorprendente descubrir cómo la Psiquiatría y la Neurociencia nos confirma, en muchas ocasiones, hechos que ya venían intuidos en la Literatura universal, como si la poesía fuera, como nos revelaba Bécquer, un modo de mirar la realidad escondida.

Creo que uno de los estados más constantes a lo largo de toda mi tarea como profesora ha sido la duda, la pregunta de si estaba haciendo lo correcto, lo mejor posible para mis alumnos. Como madre, la angustia se disparó, hasta que comencé a comprender cómo funciona el cerebro de nuestros hijos, cómo y por qué reaccionamos de determinadas maneras y qué consecuencias tienen cada una de nuestras reacciones.
La lectura de este libro nos aclara cómo educamos a nuestros hijos y alumnos; esto es, nuestro estilo educativo; nos reconforta con el consuelo de que todos los padres y profesores podemos equivocarnos en nuestros estilos de enseñanza. Nos enseña que siempre es un buen momento para rectificar porque la flexibilidad de nuestra mente nos permite mejorar en cualquier momento. Pero sobre todo nos permite comprender que ser padre, ser educador es un duro trabajo que requiere preparación y conocimiento del misterioso mundo de la mente de nuestros hijos y alumnos.
La tranquilidad, la serenidad, la comunicación, la conexión y el afecto son los ingredientes del recetario educativo de esta excepcional obra. Su lectura es amena, las anécdotas e historias nos acercan escenarios que vivimos en muchos momentos (rabietas, malos comportamientos...) y nos explican los modos de actuar que ayudan al crecimiento cerebral y emocional de nuestros hijos y/o alumnos.
EDUCACIÓN

Nos alerta del peligro de no respetar la naturaleza del crecimiento, de introducir con demasiado fuerza y demasiado pronto los ritmos de los adultos en la vida de los niños, de exponerlos sin cuidado y sin control a los efectos de las pantallas siguiendo el erróneo mito de que pantalla es igual a aprendizaje cuando, en realidad, los estudios indican más bien lo contrario. En definitiva, nos trae a la memoria que el avance tecnológico no puede condenar a nuestros niños a renunciar a su infancia, su inocencia, su candidez.
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